Escoge la vida. Escoge una carrera, un trabajo y una familia.
Escoge la felicidad. Escoge bien a tus amigos, las reuniones de los sábados y las resacas de los domingos. Escoge un espectáculo caníbal, las conversaciones a las espaldas, la burla hacia la fragilidad y la construcción del ego. Escoge las caderas juntándose y los besos que nacen cuando la consciencia se diluye. Escoge bien los vasos donde el alcohol se mezcla. Escoge la distribución de los elementos. Escoge, imita tu propia vida a través de un celular por el cual te has endeudado durante un año. Escoge la expectativa de los demás. Escoge el regocijo de los halagos.
Escoge limitar tus elecciones. Escoge la burla, la vergüenza y la venganza, hablar de mujeres como si ellas no tuviesen elección. Escoge la mentalidad de un coleccionista. Escoge esparcir información. Escoge compartir en un chat de WhatsApp fotos de hombres o mujeres desnudos para burlarse de sus sexos. Escoge la masturbación en secreto. Escoge la endogamia.
Escoge a tu pareja. Escoge a la mujer u hombre que podrás presentar a tus familiares y amigos. Escoge la fugacidad del amor y la prolongación del placer. Escoge mirar un rostro hasta que en un punto en el futuro sea tan común como desconocido. Escoge las peleas, los reclamos y la evasión. Escoge la distancia, porque por dentro no amas a esa persona. Escoge amar como el mundo te ve cuando esta persona te dice «amor». Escoge estimular tus sentimientos. Escoge transformarlos en materia.
Escoge decir te amo y amar a alguien más.
Escoge Instagram y TikTok, las marcas que cuidadosamente utilizarás para una pieza de contenido que dentro de un año no importará. Escoge la ansiedad del like, los tops, y el scroll infinito. Escoge el escote y las prendas que ocultan quién eres realmente. Escoge los músculos en el gimnasio y las ventanas mancilladas de vapor. Escoge la similitud del amor.
Escoge hablar del trabajo. Escoge transformar las oraciones en cifras y las historias en porcentajes. Escoge el dolor de espalda y la excusa para ir al baño a evadirlo. Escoge desnudarte en el inodoro y preguntarte por qué no cagas lo suficiente. Escoge un buen colesterol, un regimen dietético riguroso. Escoge vomitar si es necesario. Escoge el ayuno intermitente.
Escoge los fondos de pantallas. Escoge soñar con destinos que nunca visitarás. Escoge esforzarte mucho por llegar. Escoger ver el destino tras la ventana y cuando tus pies entren en contacto con el piso no recordar por qué lo elegiste en primer lugar. Escoge un boleto de avión y cocteles de autor. Escoge una deuda.
Escoge confundir a tus compañeros de trabajo con tu familia para que todo en la vida sea un poco más tolerable. Escoge las risas obligadas. Escoge el mismo uniforme, los almuerzos fermentados y la fotografía del restaurante carísimo que fue una recompensa. Escoge volver al baño y revisar la vida de otros en el celular. Escoge el scroll infinito.
Escoge muy bien las drogas que consumirás. Escoge la productividad. Escoge denigrar a quién no quiere trabajar, porque es su culpa no ser un empresario. Escoge el café en la mañana, las pastillas para dormir y la aceleración de las partículas en el cerebro. Escoge dormir al lado de una persona que no amas y que lo que consumieron te diga que sí, que mientras tu miembro viril rosa su ropa interior te haga sentir superior. Escoge escupir, los ojos dilatados y el suspiro en el cuello.
Escoge levantarte y volver a iniciar.